Al comenzar el siglo XIX, México ya se encontraba dentro de
en un intercambio intelectual necesario en donde desempeñaban un papel relevante los
acontecimientos políticos, económicos y sociales. La revolución francesa contribuiría
a profundizar los problemas y con ello se da inicio a las traducciones y las
reimpresiones de obras europeas de variables dimensiones en las décadas inmediatas a
la independencia. 1
Durante los diez años iniciales del siglo XIX sólo son cuatro las
imprentas que merecen atención estas son:
- Zúñiga y Ontiveros,
- Antonio de Valdés
- Juan Bautista Arizpe
- María Fernández de Jáuregui
Estas se ocupaban casi exclusivamente en impresión de opúsculos y publicaciones periódicas de variado contenido. Entre los pocos libros
que se editan sobresale el de Juan Brown y Mariano Mociño, Elementos de medicina, editados
por la imprenta de Zúñiga
y Ontiveros. 2 Su labor fue muy importante en las artes gráficas y la impresión de libros así como en el desarrollo cultural
y educativo, ya que imprimieron materiales tanto educativos como publicaciones períodicas. 3
En relación al
periodismo mexicano esta fue una etapa cuyas características generales se mantuvieron
más o menos invariables hasta el advenimiento de la prensa individual a fines del siglo XIX.
El tipo de periodismo fue predominante, político y polémico y se extendió hasta
después de la aparición de la gran prensa empresarial. Etapa revolucionaria de este siglo que
continúa manifestándose en la actualidad.
También surgen
nuevos
periódicos, una gran variedad de folletería y diversas
formas de periodismo. Destacaron dos diarios que fueron instituciones de la prensa liberal:
El Siglo XIX y El Monitor Republicano que continuaron siendo críticos.
Inicialmente la prensa gozó de ilimitada libertad.
Durante la regencia del imperio, los intereses de los iturbidistas estuvieron representados por
la
gaceta imperial del gobierno de México, el fanal del imperio de la capital y el farol de
puebla. Los partidarios de la republica editaron en puebla la abeja poblana,
redactada por los hermanos Troncoso y después por Manuel Ortega Calderón. En la capital,
sucesivamente, la avispa de Chilpancingo de Carlos Maria Bustamante el semanario político del
Dr. Mora, y el hombre libre de Juan B. Morales. 4
La libertad de imprenta en la época posterior a la independencia, se centró en aspectos
formales encaminados a liberalizar el uso de la imprenta y bibliotecas con la intención de
transformar la sociedad mexicana, para restarle a la Iglesia el poder de control
que ejercía sobre la vida intelectual del país.
Los logros de los proyectos con la imprenta de hacer efectivo su reconocimiento legal y
social como un instrumento de instrucción y difusión del conocimiento no se vislumbran
totalmente, por los intereses políticos y la aún marcada influencia de la iglesia.
La lucha de los liberales estuvo encaminada a dos acciones: la primera consistió en desplazar a
la iglesia del monopolio de la enseñanza y la segunda, a quitarle la función de que debía
determinar que podía o no leerse, así como también de lo que podía escribirse e imprimirse.
El factor social que contribuyó a modificar definitivamente el uso de
la imprenta fueron las
Leyes de Reforma, no porque en sí mismas estuvieran dirigidas a este propósito, sino
como consecuencia de la separación entre la Iglesia y Estado, se posibilitó la rápida
secularización y desarrollo cultural. 5
El 25 de abril de 1853 se expidió la
Ley de Lares, sobre libertad de prensa, la más opresiva que había
conocido el país y su efecto fue total. Esta Ley señalaba lo siguiente:
- Los impresores debían registrarse con su nombre y domicilio ante la primera autoridad política del sitio en que radicaran.
- Colocar un letrero en su establecimiento con el nombre del mismo y el del dueño.
- Los impresos debían llevar el nombre verdadero del impresor y su domicilio, lugar y año de impresión.
Se establecía una censura previa, ya que antes de publicar cualquier impreso, se otorgaría
un ejemplar al Gobernador y otro a los promotores fiscales. 6
La ley Lares es considerada como la más restrictiva de la libertad de imprenta del siglo XIX.
A finales del siglo XIX el gobierno intervino intensamente en la orientación y crecimiento de
la industria editorial, por medio de una política de subsidios para el fomento de aquellas
publicaciones consideradas benéficas a los intereses gubernamentales.
Estos subsidios no sólo estuvieron encaminados a industrializar la prensa y controlar el
contenido de los periódicos, también se dirigió al campo de las publicaciones científicas
y humanistas. La industrialización de la imprenta por medio del subsidio gubernamental
creó una industria editorial deformada desde el punto de vista económico y productivo,
ya que las instalaciones eran demasiado costosas para el mercado nacional. Por este
motivo el libre uso de la imprenta quedó reducido a las posibilidades de los talleres
artesanales que vivían de la literatura popular.